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La guía definitiva contra los celulares en la mesa




La mayoría de las mamás que nos consultan están sumamente preocupadas por la desintegración familiar que se ha evidenciado en este tiempo de pandemia, estamos acostumbrados a vivir muy poco tiempo en familia y ahora que hemos podido estar todos juntos nos hemos dado cuenta lo poco que nos conocemos, y lo poco que nos toleramos.


Mamá ha intentado de todo para convivir más durante la comida en la mesa, ha intentado sacar plática o preguntar por sus vidas personales, pero siempre le contestan con un “si”, “no” o un cortante “¿Por qué quieres saber?” mientras ven la pantalla de su celular.


La guerra está declarada, una cruzada frente a los aparatos electrónicos que mantienen cautivas las pláticas familiares.


Donde ya ha pasado de la petición amorosa a tratar de poner reglas para todos en la mesa cuando agarran sus celulares, incluso medidas un poco más drásticas como quitarles el internet o pedirle los celulares a la hora de comer.


¿Qué hacer ante esto? Nos parece que cada persona, incluso nosotros mismos (Papá o Mamá) estamos aislados en una isla llamada celular, computadora, tablet, facebook o netflix.


El problema es muy evidente, pero ¿Cuál es la solución?


En este artículo vamos a hablar del mejor camino que hemos encontrado para ganar la guerra contra los celulares en la mesa, y usar estos momentos para crear una fuerte relación familiar.


Luchar contra los aparatos no ha funcionado.


Tal vez usted ya se dio cuenta, está por darse cuenta, o quizá todavía tiene la esperanza de que sí funcione, pero simplemente poner reglas, o quitarles el celular a la fuerza no ayuda a transformar este tiempo en una convivencia genuina.


Las que ya se dieron cuenta de que no funciona es porque ya han intentado todo lo que mencionamos anteriormente y lo que han encontrado es una férrea oposición, una obediencia que muchas veces es cobrada con mal humor o con rechazo.


Así que aunque aparentemente se resuelve el problema, no ha logrado crear una convivencia genuina entre su familia.


La persuasión tampoco ha funcionado.


Otra solución común, es intentar ir por la persuasión, tratado de convencer al hijo con peticiones:

  • “Hijo es bueno que estemos aquí”

  • “Es bueno que te integres a la familia”,

  • “Hijo es bueno que le dediques tiempo a la mamá, al papá o a los hermanos…”

  • es que mira…

La convivencia cara a cara son argumentos buenos, pero tristemente usted ve que no han funcionado.


El hijo lo sigue percibiendo como un “deber”, como algo poco apetecible y poco atractivo, si se reuniera con alguien preferiría reunirse con otras personas y no con los de casa, así que esta persuasión no ha funcionado y solo nos queda la tercera alternativa.


La mirada de turista.


Si tuviera que describir a un turista, ¿Qué adjetivos usaría?


“Autoridad” , “Juez” , “Regañón”, “Entrometido”, “Enojón”...


Exacto, diría todo lo contrario: “Expectante”, “Curioso”, “Relajado”, “Amistoso”, “Alegre”...


Generalmente cuando viajamos lejos, no estamos haciendo juicios todo el tiempo, más bien nuestro tiempo es consumido por conocer lugares nuevos, relajarnos y divertirnos.


Lo mismo pasa con nuestra familia, cuando constantemente estamos dando “lecciones”, juzgando su comportamiento y regañando, al momento de acercarnos a convivir, vamos a ser percibidos como “jueces” y no como “turistas”.


Y no me mal entienda, no estoy diciendo que dar lecciones esté mal, nuestros hijos necesitan un guía, necesitan corrección y disciplina, pero tampoco podemos caer en el extremo de siempre ser “jueces” de nuestros hijos.


A lo que me refiero, es que se convierta en un agente externo al mundo de sus hijos, que se infiltre:


Inicie solamente con la CERCANÍA, solo ácerquese, como si se acercara a una de esas palomas que suelen tener mucho miedo.


Su hijo espera que quieras investigar como tipo policía: ¿Que está viendo? ¿De qué se trata? ¿Es inapropiado? Tu hijo se pondrá alerta si tú estás cerca y si te percibe así.


Solamente ácerquese sin juicios.

1.- Su hijo espera que le critique, así que NO HAGA PREGUNTAS, no puede hacerlo porque las preguntas que haga, su hijo las interpretará como un proceso de investigación judicial para prohibir cualquier cosa, así que no puede hacer preguntas.


Desarrolla algo que llamamos en VenSer “MIRADA DE TURISTA.”


Eso significa que usted se asume como un turista entrando al mundo del otro, no está por tanto en una actitud de juicio, evaluación o supervisión, no va a estar así, sino en una actitud de querer conocer.


¿Qué es lo que vas a sentir? una curiosidad sincera en el mundo de su hijo, y es muy importante que sienta curiosidad genuina, porque eso se va a reflejar en su comunicación paraverbal.


Usa esta curiosidad para conocer a sus hijos. ¿Qué temas les interesa? ¿Qué series están viendo? ¿Qué música escuchan? ¿Qué personajes les inspiran?


2.- Aproveche el tiempo de comida para decir un reconocimiento, un elogio o una afirmación.


Siguiendo la metáfora del turista, sería cuando usted expresa “que bonito paisaje vimos en la tarde.”


Supongamos que sabe que continuamente ve una serie en netflix, entonces tendría que comentar algo como “qué bonita actriz sale en esa serie”, “que interesante serie”, “que bonita escena”, “que linda música,”, etc.


Tiene que encontrar un elemento para que pueda dar afirmaciones o elogios, recuerde que su hijo está esperando que critique o censure lo que él está viendo.


De esta forma puede crear un tema de conversación que a ellos les interese.


Busque hacer esto con música, memes de internet, películas, etc.


Conclusión


Ya no luche, no los esté jalando queriendo arrancarlos del planeta en el que están, si no infiltrese ahí, contamine ese lugar con su presencia, contamina ese lugar con su amor, con su compañía, impide que ese lugar siga siendo una isla desierta solamente para ellos, vaya, visítelos, vaya por ellos a donde estén.


Solamente recuerde que para sacarlos de la isla, para atraerlos hacia usted, para llevarlos a la unidad familiar, tendrá que hacerse como ellos, hablar como ellos, ver cómo ellos.


Como aquella historia del que quería salvar a las hormigas y les gritaba pero las hormigas no entendían, así que tuvo que hacerse hormiga, hablar su lenguaje, parecer como ellos, conocer sus ideas, sus aficiones, a fin de que entendieran que estaban en peligro.


Aquella hormiga se despojó de todas sus atributos para ir por ellos, se despojó de todo lo que tenía por amor a ellos, así que igual, habría que despojarse de un poco su autoridad, de un poco “siempre tener la razón” (Si, si la tiene, no se preocupe), de un poco de las “lecciones de vida”.


Sus hijos quieren demostrarle que saben algunas cosas, déjelos saber más que usted, pierda si es necesario una que otra batalla, al final, ganar los debates con los hijos no es nuestra guerra, si no ganar sus corazones.


Si tiene alguna otra duda o si tiene algún anécdota que contar al respecto nos encantaría saber cómo aplicó esto, suscríbase a nuestro boletín semanal para estar en contacto con nosotros.


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