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¿Cómo criar hijos varones en pleno siglo veintiuno?

Actualizado: 26 jul 2022



Al momento de convertirnos en padres, la misma fuerza que nos trae un gozo inexplicable, nos deja dudas con un sabor a inseguridad.


¿Qué le voy a enseñar? ¿Seré lo suficientemente bueno? ¿Qué quiero que aprenda de mi? ¿Qué tal si no la armo?


Todos los padres experimentan esta crisis cuando ven por primera vez a su hijo en los brazos de la partera.


Estas preguntas nos llevan a cuestionarnos lo que somos y lo que creemos.


Y eso es bueno por que a través de la duda es que podemos reflexionar sobre la tradición que heredamos de nuestros padres y las ideas que hemos construido durante nuestro camino.


Solamente así podemos decidir qué cosas queremos heredar a nuestros hijos.


Pero cuando los conceptos, las ideas y las tradiciones se enfrentan en una crisis generacional, saber qué es lo correcto es casi imposible.


En especial cuando hablamos sobre masculinidad.


¿Qué significa ser un buen hombre en pleno siglo veintiuno?


En este artículo estaremos tratando de definir la masculinidad en un marco histórico, y través de eso responder a esta pregunta.


¿Qué es la masculinidad?


Hoy en día escuchamos la respuesta a esta pregunta desde una perspectiva feminista de la realidad, y llegamos a pensar que es la única respuesta.


Lo escuchamos en programas de gobierno, en empresas privadas, en televisión, radio y hasta en la Iglesia.


La masculinidad es opresora, y el patriarcado es el culpable del sufrimiento en el mundo.

No voy a negar que los hombres tuvieron primero el derecho al voto, o el derecho a estudiar.


Que los hombres han tenido roles en las instituciones públicas de forma directa, mientras que las mujeres lo han tenido de forma indirecta.


O que los conceptos de fuerza, liderazgo y valentía han estado relacionados más con lo masculino que con lo femenino.


¿Pero por qué es así?


¿Será que hace tres mil años se juntaron todos los hombres del planeta para decidir qué género iba a ir a la guerra y qué género iba a tener bebés?


¿Serán estos roles de género arbitrarios? ¿O existen razones pragmáticas para entender esto?


Según el antropólogo David D. Gilmore, estos conceptos relacionados con lo masculino no son un invento de la edad media; son ideas tan antiguas como la civilización misma.


Lo que es impresionante es que estas características se repiten en culturas que tienen muy pocas cosas en común.


La creencia en un código de conducta masculino es casi universal, y aunque algunos podrían argumentar diciendo "la masculinidad es diferente en cada cultura", esta afirmación simplemente es falsa.


Históricamente la masculinidad se podría resumir en tres características; proteger, proveer, y reproducirse.


El hombre como protector


A lo largo de la historia, y sobretodo en la historia de la guerra, podemos ver que el rol predominante del hombre está en las dos caras de una misma moneda; conquistar y defender.


Muchas personas critican la primera cara de la moneda, mientras ignoran la segunda.


Si un ladrón armado entra a mitad de la noche y el esposo manda a su mujer a defender el hogar, incluso la persona más progresista podría decir que ese varón es "poco hombre".


El hecho de que podamos decir eso es evidencia de que existe una expectativa sobre la conducta masculina.


Recientemente se hizo viral una historia de un niño de seis años que defendió a su hermana menor de un perro, y solamente podemos ver comentarios que hacen referencia a estos conceptos tradicionales de la masculinidad.


"Eres mi héroe", "Te admiro, qué valiente", "Una verdadera leyenda".


¿Por qué? Por que encarnó el valor fundamental de la hombría; proteger.


"Mujeres y niños primero" "Las mujeres y los niños primero", conocido en menor medida como el Birkenhead Drill, es un código de conducta que data de 1852, según el cual las vidas de las mujeres y los niños debían salvarse primero en una situación de peligro para la vida, normalmente abandonando el barco, cuando los recursos de supervivencia, como los botes salvavidas, eran limitados.

Cuando se hundió el Titanic en 1912, se aplicó el protocolo "Mujeres y niños primero", que consistía en que durante una amenaza mortal, (típicamente, en un naufragio con un número insuficiente de botes salvavidas), las mujeres y los niños son los primeros en ser evacuados.


Y este no es un evento aislado.


En tiempos de crisis es la responsabilidad del hombre el proteger a las mujeres y a los niños, y a nadie le importa si ese hombre no ha compartido sus sentimientos con su terapeuta o no ha explorado su lado femenino.


Nada de eso importa si no hay mujeres o niños.


Históricamente ha sido el hombre quien ha ido a la guerra y no la mujer; y aunque desde la perspectiva moderna esto puede ser visto cómo algo intrínsecamente injusto, las sociedades del pasado no habrían visto esto cómo una conducta opresora.


En tiempos modernos, nosotros le damos mucha importancia al individuo y a sus deseos; pensamos que si una mujer quiere ser guerrera mientras su esposo cuida de los niños, deberíamos dejar que lo hagan.


Al fin y al cabo, no es nuestro asunto.


Pero en la era primitiva, era más importante el pensamiento grupal.


Si estás en una tribu pequeña, con recursos limitados, y en constante guerra, no solo contra otras tribus sino también contra la naturaleza salvaje, lo más importante es sobrevivir.


Y para sobrevivir lo que hicieron las civilizaciones del pasado, fue enfocarse en las fortalezas de cada género.


Los hombres son más fuertes físicamente y solamente se necesita uno para continuar la especie.


Mientras que las mujeres son las únicas que pueden tener y criar bebés.


Es por eso que la masculinidad se ha relacionado con la valentía, el honor o el heroísmo, y la feminidad se entiende con conceptos cómo la suavidad, el cuidado o la delicadeza.


El hombre como proveedor


Tanto en el pasado como en el presente, si un esposo desea ser considerado cómo un hombre digno de respeto, él debe contribuir la mayor parte para el sustento de su esposa e hijos.


Es importante recalcar que dije "la mayor parte" y no "todo el ingreso".


A pesar de que consideramos que la tradición es que el hombre trabaje mientras la mujer se queda en la casa con los niños, esto no fue una realidad sino hasta 1950.


Según Gilmore, las mujeres han contribuido entre el 30-40% en la producción del sustento en todo tipo de comunidades, "desde las más antiguas hasta las sociedades modernas."


En las sociedades de caza, los hombres se encargaban de traer la carne y las mujeres de la recolección de frutas y vegetales.


En las sociedades agrícolas, las actividades de las mujeres solían incluir la producción de cultivos, la recolección de combustibles, y la participación en el comercio.


Y en las sociedades industriales y post-industriales, la mujer ha formado parte de la fuerza laboral en todos los países desarrollados.


Entonces, si ambas partes, tanto hombres cómo mujeres, participaron cómo proveedores:


¿Por qué existe un énfasis en el hombre cómo el responsable de la provisión?


"Ya que las tareas de los hombres involucran más destreza y riesgo que paciencia y amabilidad, y porque estas tareas tienen una naturaleza de ganar-perder, estos trabajos se evalúan duramente con criterios de rendimiento. Si una mujer falla en recolectar frutas y vegetales, las personas tendrán hambre por unos días, pero si el hombre se devuelve por miedo a la batalla, o si deja de cazar, probablemente la comunidad no sobreviva".


Estadística sobre mortalidad por accidentes en el trabajo

Aunque hoy tenemos una sociedad más libre donde cada quien puede explorar sus intereses sin importar el género, según Bureau of Labors Statistics, el 92% de las personas que mueren por accidentes en el trabajo son hombres.


Esto quiere decir que es más común que los hombres tomen trabajos de riesgo, y también es común que estos trabajos de riesgo sean esenciales para el sustento de la comunidad.


Es por eso que en muchas culturas la capacidad de obtener recursos está conectado al rol del proveedor, y esto es entendido como algo masculino.


Es fácil para las personas occidentales caer en la trampa de juzgar los roles de género del pasado con los valores modernos, y asumir que los hombres estaban oprimiendo a las mujeres, pero es gracias a estos roles que tenemos la sociedad de hoy.


En su publicación "A las mujeres les gusta la carne" de Megan Biesele's, ella dice:


Recientes investigaciones arqueológicas sugieren que la división por género del trabajo fue una innovación organizacional que le permitió a nuestros ancestros migrar de África hacia el resto del mundo".

El hombre y la reproducción


Probablemente esta última sección sea la más polémica, ya que este es uno de los valores que la cultura moderna rechaza con más fuerza.


En un momento de la historia, la paternidad era el más grande estatus que un hombre podía alcanzar ya que el tener hijos no era una cuestión de gusto personal, sino un deber con su nación.


El número de hijos que un hombre pudiera tener era visto cómo una forma de fortalecer la comunidad, y por lo tanto, el ser padre representaba prestigio.


Ahora el tener hijos provoca el efecto contrario.


Antes de la revolución sexual de los setentas, el sexo y la reproducción eran una misma cosa.


Históricamente las mujeres han sido las que regulan el sexo y la natalidad, y los hombres han sido los que regulan el compromiso y la paternidad.


Si un hombre quería tener sexo con una mujer, tenía que pasar por diferentes protocolos con el padre de esa mujer para probar que no la iba a dejar una vez que estuviera embarazada.


Además, se tenía que estar seguro de que la mujer era virgen, ya no que no había otra forma de verificar la paternidad.


Esto cambió con los métodos anticonceptivos. Ahora el hombre puede tener sexo sin tener que comprometerse con la mujer, y la mujer puede tener sexo sin el "riesgo" de quedar embarazada.


Y por consecuencia, ya nadie entiende para qué sirve el matrimonio.


El matrimonio era un principio regulador que protegía la sexualidad de las mujeres, el fruto de su vientre, y aseguraba la paternidad del hombre.


Es por eso que el matrimonio ha sido una constante casi universal en todas las culturas del mundo.


Bueno ¿Y por qué se espera que el hombre sea el de la iniciativa?


Por supuesto que las mujeres también pueden tener la iniciativa, pero cómo lo vemos en el reino animal, son los machos los que compiten por las hembras.


Las mujeres reciben propuestas de varios hombres, y son ellas las que eligen al mejor candidato.


Por otra parte, los hombres son los que buscan oportunidades.


Si eres hombre y le tienes miedo al rechazo, probablemente nunca puedas reproducirte.


Es por eso que en varias culturas alrededor del mundo, la iniciativa y la confianza con el sexo opuesto son entendidos como algo masculino.


En la actualidad las relaciones entre hombres y mujeres están en un limbo, nadie sabe cómo debe de actuar con el sexo opuesto.


Mientras que en los medios se promueve que las mujeres tengan la iniciativa, en la vida real muchas mujeres siguen esperando la iniciativa del hombre para crear un vínculo afectivo.


E incluso se sigue esperando que el hombre pague las primeras citas.


En el matrimonio, el hombre que no quiere ser percibido como un ogro, intenta no ser siempre el que inicia el acto sexual.


Esto hace pensar a la esposa que no es deseada por él, o incluso dudar de su virilidad.


Al enterarse el hombre de esto, intenta ser más acertivo e iniciar más, pero a veces su esposa lo rechaza por qué no está de humor.


Por consecuencia, el hombre no sabe cómo actuar, y se repite el ciclo.


Esta confusión en lo que de espera de ambas partes es como intentar bailar mientras los dos dirigen, solamente comienzan a pisarse los pies.


Conclusión


Muchas personas leerán esto y pensarán que estoy diciendo que la sociedad debe permanecer estática en sus modelos de género, pero no estoy diciendo eso.


Las sociedades evolucionan, y con ello cambian sus modelos económicos, culturales y éticos.


Pero decir que los hombres se tienen que disculpar por tener testosterona simplemente está equivocado.


Los hombres y las mujeres han trabajado en conjunto para llegar a lo que somos hoy, cada quien con sus fortalezas.


No nos podemos devolver a los roles de género del pasado, pero tampoco está bien decir que no hay ningún valor en ello.


Si tienes un hijo varón, lo más probable es que no vaya a ir a la guerra y no tenga que ser cazador, pero todas las cualidades que se necesitan para ser bueno en esas tareas, son las que se necesitan para triunfar en cada area de la vida en un hombre.


I. Fuerza: La fuerza física y mental son necesarias para dominar los problemas, y no que los problemas te dominen a ti.


II. Coraje: El espíritu de encontrar el valor de enfrentar tus miedos, cuando todo tu cuerpo te dice que tienes que huir y esconderte.

III. Maestría: El dominio de una habilidad, técnica o herramienta usada para generar algo de valor en la sociedad.


IV. Iniciativa: La iniciativa es una cualidad indispensable en la vida de un hombre, probablemente sin esta característica no pueda realizarse en sus empresas con el sexo opuesto.


V. Honor: El honor en su forma tradicional es una muestra de confiabilidad. Una persona honorable es digna de confianza por que ha demostrado habilidad e integridad al resolver conflictos.


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